Hay días marcados en rojo en nuestro calendario. Días que todos esperamos con impaciencia y que se nos echan encima cuando menos lo esperamos, al final todo son prisas y precipitaciones. Ir de tienda en tienda con la esperanza de encontrar el detalle que tanto tiempo llevamos buscando.

A veces se trata de un simple papel de un color determinado, otras de una cinta para envolver regalos. Me parecía que lo tenía todo controlado, se me ha ido el tiempo y tengo un montón de cosas por terminar.

«Cabeza fría». como diría mi madre y ahora voy a empezar a pensar que es lo primero que necesito para la fiesta de Comunión de mi niña.

Creo que aprovechando el buen tiempo que hace en el mes de Mayo, debería celebrarse en algún restaurante con jardín, casa de campo o ¿Por qué no contratar un catering y hacer la celebración en una casa rural?. Allí, solo entre nuestros invitados y en un espacio solo para nosotros. Tengo la suerte de vivir en una región preciosa y con muchísimas casas rurales magnificas. Creo que es buena idea.

El traje hace tiempo que lo compramos, después de visitar varias tiendas y grandes almacenes y probarnos un montón de modelos ni a mi niña mi a mi mujer le satisfacían ninguno, siempre había algún detalle que faltaba o sobraba y no les llenaba del todo. Un poco cansados y con la desilusión de no haber encontrado «nuestro traje». Casi un poco enfadados, entramos en la tienda de nuestro barrio y fue como un relámpago que ilumino toda la tienda. ¿Qué digo toda la tienda.? Toda la calle, todo el barrio. estaba allí, esperándonos. Parecía que brillaba, como si hubiese estado también el esperando a que mi niña se lo probase y le diera el realce y la hermosura que solo una princesa de un cuento de Hadas le podía aportar.

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